El País
El accidente en la mina de Codelco que cobró la vida de seis mineros y dejó a algunos lesionados, abrió una urgente reflexión sobre cómo Chile enfrenta las secuelas emocionales de este tipo de tragedia.
Más allá de la tragedia: la necesidad de contención emocional
La emergencia registrada en la División El Teniente de Codelco, ubicada en Rancagua, Región de O´Higgins, remeció al país. No sólo por la magnitud del accidente, sino por el vacío que aún existe en torno al apoyo psicosocial en contextos de catástrofe laboral.
El decano de Psicología de la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación; Gabriel Urzúa, insistió en la creación de un modelo de respuesta emocional articulado y con enfoque territorial.
Según señaló en una carta pública, este tipo de situaciones exigen una mirada más integral y a largo plazo.
«La tragedia nos enfrenta a una oportunidad. No basta con la asistencia inmediata: debemos asegurar que las víctimas, sus familias y testigos tengan acceso a atención psicológica continua y especializada», expresó Urzúa.
Un sistema robusto para sanar con dignidad
El académico enfatizó que es momento de implementar equipos multidisciplinarios permanentes. Así como también fortalecer la formación de líderes comunitarios en primeros auxilios psicológicos.
Además de establecer planes de salud mental preventivos dentro de las políticas de emergencia, especialmente en sectores de alto riesgo como la minería.
“Chile tiene los profesionales y el conocimiento para ser referente en Latinoamérica en modelos de apoyo a víctimas. El desafío es coordinar a las instituciones y sumar a la sociedad civil”, concluyó.
Desde la UNIACC, buscan con esta reflexión enmarcar su compromiso por contribuir activamente al bienestar emocional de la población. En especial en tiempos marcados por la crisis, la incertidumbre y el dolor colectivo, según reseña el comunicado.
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